Post by Sexyscully on Jun 10, 2007 14:12:28 GMT -5
Doble Agente
Por Chloe Fox
Junio 2006
Traducido por M-lo
Ella es conocida como la controladora reina del hielo por geeks de la ciencia ficción y adictos a dramas-periódicos. Sin embargo, la real Gillian Anderson es intensa, emocional y divertida. Chloe Fox conoce a la impredecible actriz entre su ruptura matrimonial para hablar de esposos, casas y su escape de Hollywoood. Fotografiada por Robert Wyatt
Gillian Anderson se encuentra parada en la sala de su casa en Notting Hill, mirando las inmensas pinturas que cuelgan sobre la chimenea. Con su cabeza tornada hacia un lado, las manos firmes en sus caderas, una bota de piel de serpiente blanca cruzada sobre la otra, se ve por detrás como una determinada adolescente, justo hasta donde su desordenada cola de caballo ha dejado sueltos muchos cabellos que le llegan a su hombro. “¡Me encanta lo compleja que es!! Ella se ríe con una graciosa risita. “Mira, ahí hay un laberinto y allá esta el Taj Mahal, ahí hay una serpiente y allá, mira, mira a la mitad, a la niña y el niño, gemelos! Se llama “El matrimonio Imposible” ella charla, apenas dibujando su respiración, gesticulando maniáticamente, moviendo sus manos por su cabello sin cepillar. ”Es tan mágico y raro. Una especie de sentimiento que es como pintado para mí!”
Absoluto, y en todo sentido, Gillian Anderson no es lo que se esperaría. Eso es si lo que se esperara es lo que yo esperaba: una versión de la vida real de Dana Scullym la escéptica, nada absurda, vestida con pantalones de traje, agente del FBI que Anderson representó por casi una década (desde 1993 hasta 2002) en el exitoso programa de televisión estadounidense The X-Files. La verdadera y obvia diferencia es una simple: la pelirroja más famosa de los tiempos recientes no es para nada una pelirroja. (“No, no, rubia grisácea con luces”). Ella tampoco es una persona sin sentido del humor, tensa, cuadrada, fría ni intimidante. Ella se ríe, murmura, se mueve a través de su cocina para enseñarme fotos de su boda en las playas de Kenia en el 2004 con el ex -corresponsal externo del Times Financiero Julian Ozanne y casi se rinde ante su completamente excitable cachorro bull terrier, Radley, en el inter. “Ven a ver el studio de Julian,” ella me invita, justo cuando ya he llegado a la esquina de la cocina en la que ella se encuentra admirando los platos que su hija de 11 años, Piper, decoró el fin de semana. “Esa es una impresión de DIane Arbus. Me encanta. ¿Acaso no te encanta?” ella hace ademanes hacia el cuarto en cuestión, donde libreros difíciles de mover, sillones de cuero y mapas africanos anuncian que un macho alfa ha estado aquí.
Es difícil no envidiar la vida de Anderson que parece tan llena de sol como su casa. Es sorprendente, por lo mismo, escuchar – algunas semanas después de nuestra entrevista- que Anderson y Ozanne se han separado. Consciente del efecto que esto tendrá en mi artículo, Anderson me llama para confirmarlo ella misma. Se oye cansada, pero se mantiene extremadamente profesional. “Es una separación en términos amigables,” ella explica cuidadosamente, “pero a pesar de lo mutuo de estas decisiones, siempre serán dolorosas. Hemos tenido una extraordinaria vida juntos y obviamente hay mucho pesar actualmente.”
Sorprendentemente, este es el primer momento en el que la he escuchado como norteamericana. Por haber estado casada con un inglés y hacer su vida en Londres, Anderson – quien también vivió aquí hasta los 11 años- se oye más inglesa que tu o yo. Pero cuando explica que “no es apropiado entrar en detalles” de la separación, es una estrella norteamericana hablando, demasiado consciente de la prevaleciente obsesión cultural que existe en torno al conocimiento de la vida personal de las celebridades.
Cuando inició el proceso de búsqueda de los personajes para la última “telenovela” de la BBC, adaptación de la novela de Charles ens Bleak House, nadie le creyó a la directora del casting, Kate Rhodes James, cuando dijo que Gillian Anderson vivía en Londres. Fue una fortuna para ellos que ella supiera. El acento cortado inglés de Anderson fue una de las notables cosas acerca de su personaje, nominado al Bafta, Lady Honoria Dedlock, una hermosa mujer aristócrata con un doloroso secreto. “Obsesivo”, “Mesmeriano”, “Impresionante”, dijeron las reseñas. “Absolutamente no”, dijeron las personas si les sugerías una cena en una noche de Bleak House.
“Bleak House ha definitivamente cambiado las cosas para mí,” Anderson dice desde su posición con los codos sobre sus rodillas sentada en la orilla de su sillón, mirando a propósito hacia el tabaco Goleen Virginia que esta girando en sus dedos no manicurados. “Siento como si mi actuación fuera un ejemplo de lo que estaba sucediendo dentro de mí y de lo que no me había dado la oportunidad de liberar antes.” Pero cuando al principio le ofrecieron el papel, Anderson lo rechazó, no queriendo ser encasillada como una actriz de televisión. “Le di nueve años de mi vida a The X-Files,” se sale de la explicación, mirándome con los más claros ojos verdiazules que he visto.
GIllian Anderson hizo una perfecta Agente Scully. Pero , como una desconocida actriz de 25 años, casi no obtiene el papel por que los productores no estaban convencidos de que ella era sexy suficiente de acuerdo a los patrones convencionales. En esos tiempos su figura era considerablemente más llenita que ahora, pero al final esos hipnóticos ojos ganaron al final. Anderson – quien tiene un tipo raro de belleza que se intensifica cada vez que la vez- rápidamente se convirtió en uno de los rostros más conocidos del mundo. Hoy en día, muchos de sus sitios de Internet se encuentran cerrados para nuevos miembros, aunque si encontre algunos lugares en Obsse.com –que es la Order of the Blessed Saint Scully the Enigmatic (Orden de la Santa Enigmática Scully), para aquellos que quieran adorarla (y no estoy bromeando) en el Templo de “Su trajerismo”.
Cuando The X-Files termninó en el 2002, Anderson estaba feliz de alejarse – de sus geeks fans de ciencia ficción (que aún la inundan con correo obsesivo); de Vancouver (donde estuvo 10 meses del año filmando el show, frecuentemente en condiciones bajo cero); de jornadas de trabajo de 12 a 16 horas diariamente; del borrón interminable de conferencias de prensa y sesiones de fotografía; y de las constantes especulaciones acerca de su tortuosa relación con la co-estrella David Duchovny. Con millones gracias a la serie, ella podía darse el lujo de tomarse un tiempo fuera. Pero en vez de recostarse cerca de una piscina leyendo guines, Anderson se cambió su vida completamente cambiándose a Londres. “Había llegado a un punto de mi vida en el que estaba yendo voluntariamente [un show de la NBC] hacia Hollywood Squares,” ella explica, girando sus ojos. “Era algo decadente para mí alma y necesitaba salir de eso.“ No mucho después de llegar aquí, Anderson –quien estaba en otra relación en ese momento- conoció a Ozanne en una cena de un amigo mutuo. Continuaron encontrándose uno con el otro por los meses siguientes y pronto se enamoraron.
Estableciéndose en Londres pudo haber tenido un sentido personal, pero profesionalmente el cambio de residencia de Anderson era una espada de dos filos. Por un lado, la liberaba de su encasillamiento (“En Inglaterra, soy considerada una actriz. En EEUU, soy una celebridad de la TV.”) Pero por el otro lado el irse arruinaba cualquier plan que ella pudiera haber tenido de volverse una super estrella de alta demanda en Hollywood. ”Conozco el juego. Se como funciona,” coincide la mujer quien, desde que regresó a Londres, ha salido en dos obras de teatro bien recibidas por la crítica – en What the Night is For en el Comedy Theatre en el West End y The Sweetest Swing in Baseball en la Royal Court. “No hay didas de que el vivir aquí ha disminuido la oportunidad de resaltar en EEUU y volverme una estrella taquillera,” ella declara completamente segura de eso, tomando gentilmente una pieza del tabaco de su lengua revelando en el proceso un tatuaje en Sanscrito- que se tradude en “Cada día” – en su muñeca derecha (tiene otros dos, en su tobillo y en su cadera). “Después de haber dicho eso, he hecho algunas películas independientes bastante interesantes recientemente y el estar en Londres me ha hecho una mejor persona porque es un lugar en el que puedo ser completamente yo.”
Cuando Anderson habla profundamente sobre ella, adquiere una mirada perdida viendo hacia el horizonte, casi como en un trance. Ella escoge sus palabras cuidadosamente – generalmente haciendo pausas por algunos segundos para eso- y gentilmente se chupa el labio inferior mientras piensa. Ella, después de todo, es una mujer que ha dado muchas entrevistas en el pasado que en un punto, ella dice, apenas sabía quien era ella en realidad. Ella tampoco toma adecuadamente una mala representación. O inexactitud para el contexto. “El otro día hice una entrevista telefónica acerca de Bleak House con un periodista que obviamente no la había visto,” ella recuerda, su voz demostrando su desaprobación. “En un punto, le dije a ella que iba a terminar la entrevista y que ella me podía llamar cuando se hubiera molestado en haber visto la serie en realidad.”
En la vida, Anderson siente que es caótica, siempre persiguiendo su cola. Pero en lo que se refiere a su trabajo, ella es todo lo opuesto: disciplinada, controlada, una gran profesional. Kevin Macdonald, quien recientemente la dirigió en The Last King of Scotland la película basada en la novela de Giles Poden acerca del dictador Ugandés Idi Amin, esta fascinado con su precisión. “Es como si ella adoptara el personaje que interpreta,” se entusiasma con su personaje Sarah Zach, una doctora israelí que tiene una breve aventura con el doctor escocés privado de Idi Amin, interpretado por James McAvoy. “Y, una vez que ha perfeccionado su parte- hasta la más complicada expresión facial- no se anda con rodeos. Todas las tomas que ella hace son completamente limpias.” Macdonald, que conoció a Anderson cuando estaban en un panel para los World Cinema Awards hace dos años, quedó impresionado por el intelecto que, él discutiría, es la clave para su considerable talento como actriz. También estuvo impresionado por su acre forma de rechazar muchos de otras películas en competencia. “Ella es ciertamente bastante –festiva?-,” se rie. “Cuando la conocí para el papel en Los Angeles, ella se volteó e inmediatamente me dijo lo que le gustaba y lo que no le gustaba del script. No muchas actrices pueden ir a una audición y empezar a decir -¿qué estas tratando de hacer con esto?- y -¿Cuál es el punto de esto?- pero eso es lo que hace a Gillian tan especial.”
El hecho de que Anderson se resista a ser estereotipada es un marcador de su intelingencia como actriz. Mientras interpreta a una aristócrata (House of Mirth, Bleak House), una madre trabajadora del norte de irlanda (The Mighty Celt) o una versión graciosa de ella misma (A and Bull Story), ella lo hace único con que cada parte de su ser; cambiando casi como un camaleón cada vez. Hasta en la sesión de fotos de Vogue, ella no interpreta el papel de una heroína postmoderna de Hitch en blusa y falda: físicamente se transforma en ella, desde el ligero movimiento de caderas mientras camina -que tiene todos los ojos del cuarto siguiéndola desde el set hasta el cuarto donde se viste-. “Justo cuando pienso que he sacado a la verdadera Gill, ella nuevamente me sorprende,” dice la directora de casting Dixie Chassay, quien es también la sobrina de Ozanne. “Ella es una persona muy difícil de llegar a conocer –ambos como actriz y como amiga- lo que para mí se vuelve aún más fascinante.”
En sus 37 años, Gillian Leigh Anderson ha vivido más vidas que la mayoría. Poco después de que nació sus padres se trasladaron de Chicago a Puerto Rico. Después, cuando Gillian (cuyas primeras palabras fueron en español) tenía solo 15 meses, se marcharon hacia el Crouch End de Londres para que su padre ,Edward, pudiera estudiar producción de películas en la Film Technique School de Londres. Nuevamente a los 11 años la vida de Anderson cambió radicalmente, cuando la familia regresó a EEUU al pequeño pueblo de Grand Rapids en Michigan, donde su padre obtuvo un trabajo en post-producción de videos y su madre, Rosemary, trabajó con computadoras. “Crecí como una escolar inglesa con padres norteamericanos, recibiendo burlas por ser Yanki,” Anderson (que ha estado yendo y saliendo de terapia desde la tierna edad de 14) ha dicho de sus primeros años. “Después regresé a EEUU y no me sentí en casa tampoco”.
En su trabajo, Anderson parece que ha encontrado una forma de escaparse, y un lugar en donde esconderse, de su crisis de identidad. Es sólo en el set de una película cuando toda la plática y las cosas sin sentido que pasan por mi cabeza se acallan y yo realmente, verdaderamente sé quien soy,” ella dice, nuevamente con esa mirada perdida. En un abrir y cerrar de ojos, cambia de su modo contemplativo poniendo su mano sobre mi brazo mientras deja salir su gutural risa. “De hecho, ¿sabes que?”, dice, como si se le hubiera ocurrido apenas. “¡La actuación es realmente la única área de mi vida en la que no siento que la estoy jodiendo de alguna forma!”
Definitivamente una de las cosas de la vida que asustan, Anderson tiene una tendencia de hablar cada vez más rápido mientras cuenta una historia con una situación estresante. “Así que estoy parada en una casa completamente congelada en un oscuro bosque en medio del invierno,” dice de un día al final del año pasado mientras se encontraba filmando Straightheads, un thriller de bajo presupuesto acerca de una pareja de clase media que sobrevive el ataque de una pandilla y se embarca en una violenta venganza. “Estoy tratando de poner mi casa en el lugar correcto para la escena, pero la casa esta llena de gente. Y el hombre del sonido esta comiendo su lunch enfrente de mí interrumpiendo mi concentración. Y tengo que cargar esta pistola. Pero la pistola esta rota. Y la estoy agarrando para que no se rompa. Y luego empieza a llover. U tenemos que esperar para filmar la toma. Y el equipo se encuentra parado alrededor bromeando y riendo y yo simplemente lo pierdo. Hago tal rabieta. ‘¿Qué demonios esta pasando aquí?’ Grito. Y luego la tormenta se transforma en lluvia. Porque, tu sabes, yo sólo necesito salir de ahí e ir por una maldita caminata.”Luego me mira con los ojos agrandados, genuinamente desgastada por la sola memoria del evento. “Puede ser complicada cuando lo quiero ser,” ella se sonríe afectadamente.
“Seguro, ella ha tenido sus momentos, pero siempre ha sido una verdadera luchadora la mayoría del tiempo,” dice el director Dan Reed cuando le pregunto sobre el incidente. “Ella no acepta ningún tipo de aires ni gracias, aún cuando tiene que hacer una escena de sexo con Danny Dyer a la mitad de la noche, en el medio del bosque, a menos cinco grados.”
Una palabra que siempre sale cuando las personas hablan de Gillian Anderson es “intensidad”. Aquí esta una mujer que no hace nada por la mitad, siendo el actuar, el parrandear, el complacer o el abstenerse. Como una adolescente en Michigan -fue votada por sus compañeros como la “más propensa a ser arrestada”- ella se rebeló con todas sus fuerzas; tiñendo su cabello de morado, fumando, bebiendo y drogándose en exceso y cerrando con pegamento las rejas de su colegio en la noche de graduación. Cuando obtuvo el papel de Scully, ella dedicó toda su energía al trabajo. Literalmente le dio todo, regresó al tranajo sólo 10 días después de que dio a luz a su huja Piper (cuyo padre, Clide Klotz, el ex director de arte de la serie y con el que Piper vivió en Vancouver hasta hace poco). “Yo lidiaba con el stress de trabajar en la serie comiendo bien o no comiendo bien,” ella rememora. “En un momento era macrobiótica y al otro no lo era. A veces me encontraba tomando 5 cafés por día y después no tomaba ninguno.” Esta confusa actitud hacia su cuerpo continua hasta hoy en día. “Básicamente hay dos yos,” confiesa. “Una de mí come bien, medita y busca el bien para mí y la otra es completamente indisciplinada en todo el sentido de la palabra.”
Cuando Anderson tenía 21, dejó de tomar por un largo periodo de tiempo. (“Me gusta el alcohol demasiado,” ha sido citada.) Ella no es simplemente, sin embargo, tomadora de te. “Hay periodos en los que si tomo, y periodos en los que no tomo,” ella explica. Llegando a un punto en el que no discutirá su relación con el alcohol en público. No obstante, ha animado la especulación en este punto. A principios de este año, un periódico reportó un supuesto incidente que involucraba a una Anderson – a quien testigos dicen vieron tomar al menos 6 vasos de vino rojo- siendo agresiva física y verbalmente hacia un hombre por no ponerle suficiente atención a su hijo en un vuelo de Sri Lanka a Londres. Es suficiente con decir que, en ese tiempo, Anderson estaba en su fase bebedora. Actualmente, ella no lo esta. “No estoy tomando por el momento,” eso es todo lo que ella dirá.
Podrá haber dos de ella por el resto de su vida, pero cuando va al trabajo sólo hay una, y muy concentrada Gillian Anderson. “Mi trabajo esta en un área en la que siempre estoy, por increíble que parezca, sin falla completamente disciplinada,” insiste Anderson (quién, además de considerar su próximo paso en la actuación, ha escrito su propio guión y tiene planes de dirigir). “Eso acalla la &&&% egoísta y las ansiedades y miedos que me acompañan por el resto de mi vida. Me acuerdo de una vez en la que tuve un día completamente emocional mientras trabajaba en una película. El alivio es increíble,” ella casi suspira, mirándome con esos profundos ojos azul-océano qye, sólo por un momento, se ven llenos de una emoción infantil. “Era como si un foco se encendiera y pensé: ‘Bueno, al menos hay una salida de la locura’.”
+mlo // entrevista traducida por mlo beia
Por Chloe Fox
Junio 2006
Traducido por M-lo
Ella es conocida como la controladora reina del hielo por geeks de la ciencia ficción y adictos a dramas-periódicos. Sin embargo, la real Gillian Anderson es intensa, emocional y divertida. Chloe Fox conoce a la impredecible actriz entre su ruptura matrimonial para hablar de esposos, casas y su escape de Hollywoood. Fotografiada por Robert Wyatt
Gillian Anderson se encuentra parada en la sala de su casa en Notting Hill, mirando las inmensas pinturas que cuelgan sobre la chimenea. Con su cabeza tornada hacia un lado, las manos firmes en sus caderas, una bota de piel de serpiente blanca cruzada sobre la otra, se ve por detrás como una determinada adolescente, justo hasta donde su desordenada cola de caballo ha dejado sueltos muchos cabellos que le llegan a su hombro. “¡Me encanta lo compleja que es!! Ella se ríe con una graciosa risita. “Mira, ahí hay un laberinto y allá esta el Taj Mahal, ahí hay una serpiente y allá, mira, mira a la mitad, a la niña y el niño, gemelos! Se llama “El matrimonio Imposible” ella charla, apenas dibujando su respiración, gesticulando maniáticamente, moviendo sus manos por su cabello sin cepillar. ”Es tan mágico y raro. Una especie de sentimiento que es como pintado para mí!”
Absoluto, y en todo sentido, Gillian Anderson no es lo que se esperaría. Eso es si lo que se esperara es lo que yo esperaba: una versión de la vida real de Dana Scullym la escéptica, nada absurda, vestida con pantalones de traje, agente del FBI que Anderson representó por casi una década (desde 1993 hasta 2002) en el exitoso programa de televisión estadounidense The X-Files. La verdadera y obvia diferencia es una simple: la pelirroja más famosa de los tiempos recientes no es para nada una pelirroja. (“No, no, rubia grisácea con luces”). Ella tampoco es una persona sin sentido del humor, tensa, cuadrada, fría ni intimidante. Ella se ríe, murmura, se mueve a través de su cocina para enseñarme fotos de su boda en las playas de Kenia en el 2004 con el ex -corresponsal externo del Times Financiero Julian Ozanne y casi se rinde ante su completamente excitable cachorro bull terrier, Radley, en el inter. “Ven a ver el studio de Julian,” ella me invita, justo cuando ya he llegado a la esquina de la cocina en la que ella se encuentra admirando los platos que su hija de 11 años, Piper, decoró el fin de semana. “Esa es una impresión de DIane Arbus. Me encanta. ¿Acaso no te encanta?” ella hace ademanes hacia el cuarto en cuestión, donde libreros difíciles de mover, sillones de cuero y mapas africanos anuncian que un macho alfa ha estado aquí.
Es difícil no envidiar la vida de Anderson que parece tan llena de sol como su casa. Es sorprendente, por lo mismo, escuchar – algunas semanas después de nuestra entrevista- que Anderson y Ozanne se han separado. Consciente del efecto que esto tendrá en mi artículo, Anderson me llama para confirmarlo ella misma. Se oye cansada, pero se mantiene extremadamente profesional. “Es una separación en términos amigables,” ella explica cuidadosamente, “pero a pesar de lo mutuo de estas decisiones, siempre serán dolorosas. Hemos tenido una extraordinaria vida juntos y obviamente hay mucho pesar actualmente.”
Sorprendentemente, este es el primer momento en el que la he escuchado como norteamericana. Por haber estado casada con un inglés y hacer su vida en Londres, Anderson – quien también vivió aquí hasta los 11 años- se oye más inglesa que tu o yo. Pero cuando explica que “no es apropiado entrar en detalles” de la separación, es una estrella norteamericana hablando, demasiado consciente de la prevaleciente obsesión cultural que existe en torno al conocimiento de la vida personal de las celebridades.
Cuando inició el proceso de búsqueda de los personajes para la última “telenovela” de la BBC, adaptación de la novela de Charles ens Bleak House, nadie le creyó a la directora del casting, Kate Rhodes James, cuando dijo que Gillian Anderson vivía en Londres. Fue una fortuna para ellos que ella supiera. El acento cortado inglés de Anderson fue una de las notables cosas acerca de su personaje, nominado al Bafta, Lady Honoria Dedlock, una hermosa mujer aristócrata con un doloroso secreto. “Obsesivo”, “Mesmeriano”, “Impresionante”, dijeron las reseñas. “Absolutamente no”, dijeron las personas si les sugerías una cena en una noche de Bleak House.
“Bleak House ha definitivamente cambiado las cosas para mí,” Anderson dice desde su posición con los codos sobre sus rodillas sentada en la orilla de su sillón, mirando a propósito hacia el tabaco Goleen Virginia que esta girando en sus dedos no manicurados. “Siento como si mi actuación fuera un ejemplo de lo que estaba sucediendo dentro de mí y de lo que no me había dado la oportunidad de liberar antes.” Pero cuando al principio le ofrecieron el papel, Anderson lo rechazó, no queriendo ser encasillada como una actriz de televisión. “Le di nueve años de mi vida a The X-Files,” se sale de la explicación, mirándome con los más claros ojos verdiazules que he visto.
GIllian Anderson hizo una perfecta Agente Scully. Pero , como una desconocida actriz de 25 años, casi no obtiene el papel por que los productores no estaban convencidos de que ella era sexy suficiente de acuerdo a los patrones convencionales. En esos tiempos su figura era considerablemente más llenita que ahora, pero al final esos hipnóticos ojos ganaron al final. Anderson – quien tiene un tipo raro de belleza que se intensifica cada vez que la vez- rápidamente se convirtió en uno de los rostros más conocidos del mundo. Hoy en día, muchos de sus sitios de Internet se encuentran cerrados para nuevos miembros, aunque si encontre algunos lugares en Obsse.com –que es la Order of the Blessed Saint Scully the Enigmatic (Orden de la Santa Enigmática Scully), para aquellos que quieran adorarla (y no estoy bromeando) en el Templo de “Su trajerismo”.
Cuando The X-Files termninó en el 2002, Anderson estaba feliz de alejarse – de sus geeks fans de ciencia ficción (que aún la inundan con correo obsesivo); de Vancouver (donde estuvo 10 meses del año filmando el show, frecuentemente en condiciones bajo cero); de jornadas de trabajo de 12 a 16 horas diariamente; del borrón interminable de conferencias de prensa y sesiones de fotografía; y de las constantes especulaciones acerca de su tortuosa relación con la co-estrella David Duchovny. Con millones gracias a la serie, ella podía darse el lujo de tomarse un tiempo fuera. Pero en vez de recostarse cerca de una piscina leyendo guines, Anderson se cambió su vida completamente cambiándose a Londres. “Había llegado a un punto de mi vida en el que estaba yendo voluntariamente [un show de la NBC] hacia Hollywood Squares,” ella explica, girando sus ojos. “Era algo decadente para mí alma y necesitaba salir de eso.“ No mucho después de llegar aquí, Anderson –quien estaba en otra relación en ese momento- conoció a Ozanne en una cena de un amigo mutuo. Continuaron encontrándose uno con el otro por los meses siguientes y pronto se enamoraron.
Estableciéndose en Londres pudo haber tenido un sentido personal, pero profesionalmente el cambio de residencia de Anderson era una espada de dos filos. Por un lado, la liberaba de su encasillamiento (“En Inglaterra, soy considerada una actriz. En EEUU, soy una celebridad de la TV.”) Pero por el otro lado el irse arruinaba cualquier plan que ella pudiera haber tenido de volverse una super estrella de alta demanda en Hollywood. ”Conozco el juego. Se como funciona,” coincide la mujer quien, desde que regresó a Londres, ha salido en dos obras de teatro bien recibidas por la crítica – en What the Night is For en el Comedy Theatre en el West End y The Sweetest Swing in Baseball en la Royal Court. “No hay didas de que el vivir aquí ha disminuido la oportunidad de resaltar en EEUU y volverme una estrella taquillera,” ella declara completamente segura de eso, tomando gentilmente una pieza del tabaco de su lengua revelando en el proceso un tatuaje en Sanscrito- que se tradude en “Cada día” – en su muñeca derecha (tiene otros dos, en su tobillo y en su cadera). “Después de haber dicho eso, he hecho algunas películas independientes bastante interesantes recientemente y el estar en Londres me ha hecho una mejor persona porque es un lugar en el que puedo ser completamente yo.”
Cuando Anderson habla profundamente sobre ella, adquiere una mirada perdida viendo hacia el horizonte, casi como en un trance. Ella escoge sus palabras cuidadosamente – generalmente haciendo pausas por algunos segundos para eso- y gentilmente se chupa el labio inferior mientras piensa. Ella, después de todo, es una mujer que ha dado muchas entrevistas en el pasado que en un punto, ella dice, apenas sabía quien era ella en realidad. Ella tampoco toma adecuadamente una mala representación. O inexactitud para el contexto. “El otro día hice una entrevista telefónica acerca de Bleak House con un periodista que obviamente no la había visto,” ella recuerda, su voz demostrando su desaprobación. “En un punto, le dije a ella que iba a terminar la entrevista y que ella me podía llamar cuando se hubiera molestado en haber visto la serie en realidad.”
En la vida, Anderson siente que es caótica, siempre persiguiendo su cola. Pero en lo que se refiere a su trabajo, ella es todo lo opuesto: disciplinada, controlada, una gran profesional. Kevin Macdonald, quien recientemente la dirigió en The Last King of Scotland la película basada en la novela de Giles Poden acerca del dictador Ugandés Idi Amin, esta fascinado con su precisión. “Es como si ella adoptara el personaje que interpreta,” se entusiasma con su personaje Sarah Zach, una doctora israelí que tiene una breve aventura con el doctor escocés privado de Idi Amin, interpretado por James McAvoy. “Y, una vez que ha perfeccionado su parte- hasta la más complicada expresión facial- no se anda con rodeos. Todas las tomas que ella hace son completamente limpias.” Macdonald, que conoció a Anderson cuando estaban en un panel para los World Cinema Awards hace dos años, quedó impresionado por el intelecto que, él discutiría, es la clave para su considerable talento como actriz. También estuvo impresionado por su acre forma de rechazar muchos de otras películas en competencia. “Ella es ciertamente bastante –festiva?-,” se rie. “Cuando la conocí para el papel en Los Angeles, ella se volteó e inmediatamente me dijo lo que le gustaba y lo que no le gustaba del script. No muchas actrices pueden ir a una audición y empezar a decir -¿qué estas tratando de hacer con esto?- y -¿Cuál es el punto de esto?- pero eso es lo que hace a Gillian tan especial.”
El hecho de que Anderson se resista a ser estereotipada es un marcador de su intelingencia como actriz. Mientras interpreta a una aristócrata (House of Mirth, Bleak House), una madre trabajadora del norte de irlanda (The Mighty Celt) o una versión graciosa de ella misma (A and Bull Story), ella lo hace único con que cada parte de su ser; cambiando casi como un camaleón cada vez. Hasta en la sesión de fotos de Vogue, ella no interpreta el papel de una heroína postmoderna de Hitch en blusa y falda: físicamente se transforma en ella, desde el ligero movimiento de caderas mientras camina -que tiene todos los ojos del cuarto siguiéndola desde el set hasta el cuarto donde se viste-. “Justo cuando pienso que he sacado a la verdadera Gill, ella nuevamente me sorprende,” dice la directora de casting Dixie Chassay, quien es también la sobrina de Ozanne. “Ella es una persona muy difícil de llegar a conocer –ambos como actriz y como amiga- lo que para mí se vuelve aún más fascinante.”
En sus 37 años, Gillian Leigh Anderson ha vivido más vidas que la mayoría. Poco después de que nació sus padres se trasladaron de Chicago a Puerto Rico. Después, cuando Gillian (cuyas primeras palabras fueron en español) tenía solo 15 meses, se marcharon hacia el Crouch End de Londres para que su padre ,Edward, pudiera estudiar producción de películas en la Film Technique School de Londres. Nuevamente a los 11 años la vida de Anderson cambió radicalmente, cuando la familia regresó a EEUU al pequeño pueblo de Grand Rapids en Michigan, donde su padre obtuvo un trabajo en post-producción de videos y su madre, Rosemary, trabajó con computadoras. “Crecí como una escolar inglesa con padres norteamericanos, recibiendo burlas por ser Yanki,” Anderson (que ha estado yendo y saliendo de terapia desde la tierna edad de 14) ha dicho de sus primeros años. “Después regresé a EEUU y no me sentí en casa tampoco”.
En su trabajo, Anderson parece que ha encontrado una forma de escaparse, y un lugar en donde esconderse, de su crisis de identidad. Es sólo en el set de una película cuando toda la plática y las cosas sin sentido que pasan por mi cabeza se acallan y yo realmente, verdaderamente sé quien soy,” ella dice, nuevamente con esa mirada perdida. En un abrir y cerrar de ojos, cambia de su modo contemplativo poniendo su mano sobre mi brazo mientras deja salir su gutural risa. “De hecho, ¿sabes que?”, dice, como si se le hubiera ocurrido apenas. “¡La actuación es realmente la única área de mi vida en la que no siento que la estoy jodiendo de alguna forma!”
Definitivamente una de las cosas de la vida que asustan, Anderson tiene una tendencia de hablar cada vez más rápido mientras cuenta una historia con una situación estresante. “Así que estoy parada en una casa completamente congelada en un oscuro bosque en medio del invierno,” dice de un día al final del año pasado mientras se encontraba filmando Straightheads, un thriller de bajo presupuesto acerca de una pareja de clase media que sobrevive el ataque de una pandilla y se embarca en una violenta venganza. “Estoy tratando de poner mi casa en el lugar correcto para la escena, pero la casa esta llena de gente. Y el hombre del sonido esta comiendo su lunch enfrente de mí interrumpiendo mi concentración. Y tengo que cargar esta pistola. Pero la pistola esta rota. Y la estoy agarrando para que no se rompa. Y luego empieza a llover. U tenemos que esperar para filmar la toma. Y el equipo se encuentra parado alrededor bromeando y riendo y yo simplemente lo pierdo. Hago tal rabieta. ‘¿Qué demonios esta pasando aquí?’ Grito. Y luego la tormenta se transforma en lluvia. Porque, tu sabes, yo sólo necesito salir de ahí e ir por una maldita caminata.”Luego me mira con los ojos agrandados, genuinamente desgastada por la sola memoria del evento. “Puede ser complicada cuando lo quiero ser,” ella se sonríe afectadamente.
“Seguro, ella ha tenido sus momentos, pero siempre ha sido una verdadera luchadora la mayoría del tiempo,” dice el director Dan Reed cuando le pregunto sobre el incidente. “Ella no acepta ningún tipo de aires ni gracias, aún cuando tiene que hacer una escena de sexo con Danny Dyer a la mitad de la noche, en el medio del bosque, a menos cinco grados.”
Una palabra que siempre sale cuando las personas hablan de Gillian Anderson es “intensidad”. Aquí esta una mujer que no hace nada por la mitad, siendo el actuar, el parrandear, el complacer o el abstenerse. Como una adolescente en Michigan -fue votada por sus compañeros como la “más propensa a ser arrestada”- ella se rebeló con todas sus fuerzas; tiñendo su cabello de morado, fumando, bebiendo y drogándose en exceso y cerrando con pegamento las rejas de su colegio en la noche de graduación. Cuando obtuvo el papel de Scully, ella dedicó toda su energía al trabajo. Literalmente le dio todo, regresó al tranajo sólo 10 días después de que dio a luz a su huja Piper (cuyo padre, Clide Klotz, el ex director de arte de la serie y con el que Piper vivió en Vancouver hasta hace poco). “Yo lidiaba con el stress de trabajar en la serie comiendo bien o no comiendo bien,” ella rememora. “En un momento era macrobiótica y al otro no lo era. A veces me encontraba tomando 5 cafés por día y después no tomaba ninguno.” Esta confusa actitud hacia su cuerpo continua hasta hoy en día. “Básicamente hay dos yos,” confiesa. “Una de mí come bien, medita y busca el bien para mí y la otra es completamente indisciplinada en todo el sentido de la palabra.”
Cuando Anderson tenía 21, dejó de tomar por un largo periodo de tiempo. (“Me gusta el alcohol demasiado,” ha sido citada.) Ella no es simplemente, sin embargo, tomadora de te. “Hay periodos en los que si tomo, y periodos en los que no tomo,” ella explica. Llegando a un punto en el que no discutirá su relación con el alcohol en público. No obstante, ha animado la especulación en este punto. A principios de este año, un periódico reportó un supuesto incidente que involucraba a una Anderson – a quien testigos dicen vieron tomar al menos 6 vasos de vino rojo- siendo agresiva física y verbalmente hacia un hombre por no ponerle suficiente atención a su hijo en un vuelo de Sri Lanka a Londres. Es suficiente con decir que, en ese tiempo, Anderson estaba en su fase bebedora. Actualmente, ella no lo esta. “No estoy tomando por el momento,” eso es todo lo que ella dirá.
Podrá haber dos de ella por el resto de su vida, pero cuando va al trabajo sólo hay una, y muy concentrada Gillian Anderson. “Mi trabajo esta en un área en la que siempre estoy, por increíble que parezca, sin falla completamente disciplinada,” insiste Anderson (quién, además de considerar su próximo paso en la actuación, ha escrito su propio guión y tiene planes de dirigir). “Eso acalla la &&&% egoísta y las ansiedades y miedos que me acompañan por el resto de mi vida. Me acuerdo de una vez en la que tuve un día completamente emocional mientras trabajaba en una película. El alivio es increíble,” ella casi suspira, mirándome con esos profundos ojos azul-océano qye, sólo por un momento, se ven llenos de una emoción infantil. “Era como si un foco se encendiera y pensé: ‘Bueno, al menos hay una salida de la locura’.”
+mlo // entrevista traducida por mlo beia